divendres, 30 de desembre del 2016

¿Cómo murió mi madre? Índice.

Aquí os dejo el índice con todos los enlaces para facilitar la lectura del texto completo. Pero antes unas palabras sobre esta cuestión:

No lo he escrito por odio, no lo hago por maldad, no quiero que ningún médico de los que no luchó a nuestra manera sufra y muera como ella.

Quiero que la sanidad sea importantes, quiero que la SANIDAD se escriba en mayúsculas. Quiero quirófamos sin infectados y operaciones exitosas (pero de verdad).

Quiero más modestia en los cirujanos. Quiero profesionales que escuchen. Quiero que todo salga bien y que los hospitales no acorten la vida de sus pacientes. Pues muy seguramente, mi madre hubiera vivido más años si no hubieran entrado en ese hospital.

Quiero que los hospitales sean equipos. Quiero que los pacientes y familiares sean tratados con dignidad.

Quiero que una unidad de cardiología vea más allá de un corazón, quiero que vea a la persona, con su cerebro, sus piernas y sus manos.

Quiero que los "profesionales" que no cumplan con su trabajo sean degradados o expulsados del cuerpo. Decidme oportunista, pero como maestro lo pido también para mi gremio. No quiero gente incompetente o ganduleando ni en sanidad ni en educación.

Por último, dar las gracias a todos los que nos han apoyado y acompañado y a todos los que nos quieren. Que aunque pudieran o no aportar su granito de arena, nada podíamos hacer los de este lado de la barrera.

Capítulo final. De incomprensiones y agradecimientos.

La lucha, ahora, es volver a sonreir.

dijous, 8 de desembre del 2016

¿Cómo murió mi madre? Capítulo final. De incomprensiones y agradecimientos.

Después de todo lo que nos pasó, el Día Internacional del Ictus, mientras transcurría esa celebración, fuimos al hospital entre desesperados, indignados, enfadados y esperanzados. 

Fuimos con la mayor de las calmas posibles y una vez más, una semana después de decirnos que no esperáramos ninguna noticia buena... Nos volvieron a pedir que confiáramos en ellos. Me reí. El jefe de anestesistas, el que nos leía el parte ese día nos dijo que había un problema de comunicación y confianza. A mitad de mi contestación me pidió calma. ¡Qué valor!

Entonces empecé a sacar temas:

  • Las veces que no nos escucharon.
  • Las veces que pedimos a un neurólogo.
  • El tema de la insulina.
  • Del cambio de hospital.
  • Los mensaje incongruentes.
  • El tema del éxito en la operación.
  • Lo inexplicable de cómo llegamos hasta ese punto.
  • Lo inexplicable de cómo vimos perecer la piernas antes que ellos.
  • Etc.
Tal vez nos sobró calma. Tal vez a gritos, cagándonos en todo o rompiendo alguna silla nos hubieran hecho más caso, pero no fue así. Somos gente de paz, aunque tal vez, en el futuro nos pongamos una máscara de irrascibilidad y hagamos el papelón. Es cruel que mi padre tenga remordimientos por hacer sido buena persona. Así es como nos han hecho sentir. A veces mal tratados y otras incluso maltratados.

Fue gracioso también cuando el jefe de anestesistas nos contestó, a una de nuestras preguntas, que se la deberíamos de hacer a un neurólogo. Esos para nosotros han sido más escurridizos que Papá Noel o los Reyes Magos.

Después de dicho capítulo el Doctor M. fue a buscar a mi padre para hablarle o pedirle explicaciones, pero fue entonces cuando él se negó a escucharle y le explicó que sabíamos como estaba la situación, pero que no sabemos que hubiera pasado si a mi madre le hubieran hecho un puto TAC. Espero el día que mi padre tenga fuerzas de escribir. Y si decidiera denunciar... Estaremos con él.

En fin, ¿Qué mas os quería decir?
Cuando vayáis al Hospital General Universitario de Valencia, os digan lo que os digan, hay buenos profesionales, pero no hay la coordinación esperada, no hay equipo, falta comunicación y aunque unos trabajen bien, otros ensucian o desmerecen ese trabajo. Tal vez exagere, no sé de verdades, pero es la impresión que nos han transmitio.

A mi madre se le paró el corazón a las 10:30 el domingo 6 de noviembre de 2016 ante uno de los mejores médicos que hemos conocido. Ya no pudo luchar más, contra una bacteria a la que todo el antibíotico que le pusieron le hizo cosquillas. Una bacteria sin nombre, sin origen, sin identidad, que se llevó por delante la vida de mi madre.

Tengo la certeza de que muchas bacterias están borrando del mundo a muchos de nuestros seres queridos, pero no se habla de ello. Me gustaría que se hiciese. Me gustaría. Tal vez si hacemos que esta y otras historia como esta circulen por la red, tal vez lo consigamos. No calléis, escribid, compartid...

Punto y a parte, quiero dar las gracias a la gran mayoría de médicos, enfermeros, etc. que nos atendieron en el Hospital General de Castellón (todos nuestros respetos). También quiero dar las gracias a todos los enfermeros  de la Unidad de Reanimación (en especial a Javier) y a algunas de las enfermeras (las menos, fueron desagradables, la mayoría atentas). No puedo olvidarme de muchos de los anestesistas que nos atendieron. Gracias a Ballester por su sonrisa, a Ripoll por su esfuerzo, a Cervera por su rigurosidad y observación, gracias a Hernández por ser y estar. Hay otros, otras, de las que desconozco su nombre pero nos atendieron bien. 

¡Ah! Y digan lo que digan... La operación no fue un éxito y los dos meses posteriores han sido los dos peores meses de nuestras vidas.

Me guardo el comodín de escribir otro capítulo más adelante. Uno o varios, porque leeré sobre ictus para compararlo con lo que le hicieron a mi madre. Tal vez no era bueno forzarla a caminar tanto. Y leeré sobre válvulas y bacterias. Bacterias anónimas que seguirán matando inocentes. ¿Por quirófanos sucios? ¿Por válvulas en mal estado? ¿Por? 

No lo sé. Hay muchas cosas que hemos tenido que deducir o imaginar. De hecho, si en algún momento he faltado a la verdad no ha sido mi intención. Si lo he hecho es por la desinformación en la que nos han hecho vivir.

Un abrazo a todos, en especial a todos los que quisieron a Geno de una u otra manera.
Buenas noche.

dimarts, 6 de desembre del 2016

¿Cómo murió mi madre? Capítulo 7.

Iba a hablaros de la habitación maldita, pero eso incluye a al menos tres familias más y he decidido no hacerlo. No es mi tema y me haría alargarme demasiado...

volvamos a la historia: Mi madre, esa que compró Oropesinas para todos los trabajadores de la Unidad de Reanimación, cirujano, etc. Esa mujer que decía que todos las enfermeras de Castellón eran una pasada y ellos eran sus amigos... Esa misma, vio entrar a la enfermera que explica los ejercicios de rehabilitación y cuando habló con su tono militar a su compañera de habitación dijo: "Eixa és una filla de puta." Nos sorprendió pero nos reímos. Luego entendimos que mi madre ya no estaba bien.

Eso también fue el jueves 6 de octubre, el día del 2° ictus. Un mes antes de su muerte.
Al día siguiente nos reunimos el cirujano que la operó, como ya conté, con el segundo de abordo y la doctora que culpa Castellón de la falta de seguimiento neurológico. En esa reunión, tras ocho días de no hacerle pruebas nos intentaron convencer de que la semana siguiente ya la tenían planificada para hacérselas. Tarde.

Mi madre creía y quería irse a casa, ella también sentía que estar allí era perder el tiempo. Total, que ya nos costaba creer en ellos.

De la Unidad de Reanimación hay poca queja. Sólo faltó un poco más de unificación de criterios en la mayoría y mucha en la anestesista que parece ir por libre.

Mi madre permaneció sedada unos 20 días luchando contra el ictus. Se la dejó de anticuagular, tal vez demasiado tarde, y fruto de esa acción perdió la pierna izquierda como consecuencia de un trombo.

Nosotros vimos apagarse la pierna poco a poco, lo comunicamos, pero cuando lo tomaron en serio ya era tarde.

Aproximadamente una semana antes de morir el parte nos lo dio una anestesista que no conocíamos y nos dijo más o menos: "No esperéis ninguna buena noticia" "llevo 35 años aquí" y en pocas palabras nos invitó a prepararnos para una muerte digna.

Antes y después, el resto de anestesistas nos pedía creer en ellos. ¿En qué quedamos?
Nuestra sensación fue de que esta mujer dejó a todos por mentirosos, pero creemos que los otros, con sus errores y sus aciertos lucharon, sufrieron y pelearon por mi madre. Ella no lo sé. Su espíritu también es viejo.

Tras ese día, le cortaron la pierna y tras varios días sin sedación despertó. Primero ligeramente, luego entendiendo, luego, a pesar de la traqueotomía se llegó a comunicar con nosotros.

Ella, consciente, se miraba la pierna y nos miraba. Le hablábamos de futuro, de un futuro que no llegó. De hecho sonreía, o al menos lo hizo hasta que habló con la psicológa que le asignaron.

No sé si la psicóloga le borró la sonrisa. Sí sé que no quiso hablar con mi padre, aun sabiendo que con mi madre no podría hablar. ¿Cómo se asiste psicológicamente a un enfermo que no habla, casi no comunica y no conoces? Como psicopedagogo opino que irremediablemente mal, pero sólo es una opinión.

Lo dejo aquí. Todavía quiero volver a una reunión que tuvimos el día de la "fiesta" del ictus y dar las gracias, aunque mi madre no tuvo suerte, sí contó con algunos buenos profesionales.

De hecho, tuvo tal mala suerte que al morir domingo no pudo tener ni velatorio. Su cuerpo quedó en el depósito del hospital. No había nadie en Valencia para firmar los papeles, el juzgado de guardia no llega a los buenos. De hecho, si hubiéramos contratado el entierro para la mañana siguiente, no habría llegado... Una tras otra.

Se fue sin despedirse del mar.

Hoy hace un mes que la enterramos.

diumenge, 4 de desembre del 2016

¿Cómo murió mi madre? Capítulo 6. ¡Qué señora! ¿Ya no dice tonterías como anoche?

Entre ictus e ictus pasaron 10 días. 8 de ellos en Valencia. Los 8 días que no aparecen en los informes.

Vimos pasar el tiempo. Pedimos neurólogos para mi madre, un TAC, un algo. No llego nada. 

Nosotros lo pedimos a la supervisora de planta, al jefe de sección, etc. Mi padre lo pedía a los médicos, en especial a uno. A este médico lo llamaremos el Doctor M.

Yo conocí poco a dicho doctor, pero el día del segundo ictus me marcó: 
Era por la mañana cuando el llegó, nosotros estábamos en la habitación y entonces apareció cual centella, se puso a la altura de los ojos de mi madre, que estaba sentada en una butaca y le dijo: "¡Qué señora! ¿Ya no dice tonterías como anoche?" Creo que también dijo gilipolleces, pero como me puede fallar la memoria, no lo puedo afirmar. Después valoró con una enfermera la hinchazón de piernas de mi madre, pero descartaron hacer nada porqué nosotros ya le hacíamos masajes. Tras ello, marcharon de la habitación. Todo esto después de que empeorará la noche anterior. Sí, esa noche en la que mi padre se sintió desasistido. 

¿Os imagináis como nos sentó? ¿Tonterías? Tonterías dicen los tontos, no ella. Ella, en todo caso deliraría. Por ello no nos gustó ni el tono, ni la actuación, pero tragamos. No, no entendimos lo de las tonterías... debe de ser algo que le explicaron en la facultad o parte del temario de oposición a médico.

Poco antes le habían cambiado las vías a mi madre, tras 11 días y no pude aguantar ver tanto hurgar las venas a mi madre por 3 ó 4 puntos diferentes. No puede aguantar tanto rato. Pero bueno, esa tortura ya es una menudez más en nuestra historia, salvo que ese sufrimiento tenga relación con el ictus, y eso es algo que no se puede demostrar. Pero sí, mi madre sufrió, como sufrió en Castellón con la endoscopia horas antes del primer ictus.

Llegó la hora de comer y mientras comía mi madre entró en parada cardiorrespiratoria. Entonces dimos la voz de alerta y la reanimaron. No había pasado mucho tiempo desde la visita del médico, pero claro ¡Si mi madre estaba bien! ¿Cómo ha podido pasar? ¡Sí caminaba y todo! (Expresiones que oímos a médicos y cirujanos). 

La reanimación fue un poco caótica, supongo que por los nervios: sanitarios corriendo, gente que llega sin guantes y se va a por guantes, enfermeras chocando entre ellas. Objetos necesarios que no aparecen. Las cosas se piden a gritos de unos a otros, su busca por los cajones... parece que no hay orden. De hecho, de haber sido parte de una película habría sido algo cómico. De hecho, dos sanitarios salieron de la habitación de mi madre a carcajada limpia delante de nuestras narices. No sería por la reanimación, pero no conocen el tacto.

Bien, mi madre es reanimada y es llevada a la Unidad de Reanimación. De camino, de la habitación a dicha unidad el Doctor M. se para y nos mira. Nos habla: "Se le realizará un TAC esta tarde, pero no es urgente, cuando la he reanimado movía brazos y piernas". En ese camino, cierto es, el doctor le dice que mire a su familia y mi madre nos mira. Le sonrío, se la llevan.

Al cabo de unas horas, la hemorragia era severa y podría tener un desenlace catastrófico. De hecho, nos dijeron que tuviéramos el teléfono cerca por lo que pudiera pasar.

A partir de ese momento, mi madre empezó a ser prioritaria. De hecho, al día siguiente, después del parte, llegó la reunión de la que hablo en el Capítulo 1. Esa en la que nos dice el cirujano que la operación había sido un éxito. La misma en la que nos dijeron que de haber necesitado otro TAC debería de haber sido hecho en Castellón. La misma en la que nos explicaron que los ictus eran impredecibles, que no se podría haber hecho más, que el TAC que no se hizo no hubiera valido de nada, etc.

Curiosamente, el 28 de octubre, estando mi madre en reanimación el Hospital General Universitario de Valencia celebró el Día Mundial del Ictus y esos neurólogos que no hicieron nada por nosotros se lanzaron a intentar prevenir el ictus de cualquiera que quisiera ser atendido.

Es decir, unos días antes se pasó de nuestras peticiones. Ese día hacían valoraciones a cualquiera que lo pidiera. Me sentí insultado. Unos días antes no se podía intuir el ictus de mi madre, unos días después se antendía a cualquiera. Según parte del hospital el ictus no se puede prevenir, otra parte del hospital hace pruebas preventivas.


Tal vez tengan una unidad de control del ictus brutal, pero en todo el tiempo que estuvimos allí no vimos ningún neurólogo, aunque se dice que existen. De hecho, casi un mes después el jefe de anestesistas de la Unidad de Reanimación, en mitad de la lectura del parte del día 28 de noviembre (Día Mundial del Ictus) nos dijo que algunas de las cuestiones que planteábamos se las deberíamos de plantear a un neurólogo. No lo duden, me cogieron ganas de aplaudir.

Un par de notas para acabar por hoy:
  • La gente se pregunta si es verdad lo que cuento. Comprended que debo de ser muy cauto, sé que el HGUV me sigue en twitter. 
  • Mi padre pidió en Valencia los informes de mi madre y su protocolo en caso de ictus. Además de faltar la información de esos 8 días, "no nos han podido facilitar su propio protocolo de ictus".
  • No dudéis que hablaré de los buenos, que los hay.
Seguiré.

De tus ojos depende...

Si tus ojos miran con malicia, todo lo que no entiendas lo atribuirás a la malicia.
Lo que otros hagan y te disgunte parecerá hecho con malicia...

Si tus ojos miran con bondad, tal vez dejes cosas sin explicación, pero no podrás ver malicia en los actos de los demás,

Así, cuando algo te disguste buscarás explicaciones alternativas. De verdad, creo que le damos a la malicia más cancha de la que realmente tiene.

Ved con bondad.