Hace años, muchos años, me regalaron una Cruz de Caravaca.
Me la regaló una amiga de la familia, una de esas personas
que no tienen obligación de regalarte nada, y me dijo: ella te protegerá.
Ha sido tan grande mi fe en este objeto, que siempre que me
ha pasado algo importante en mi salud, esta no venía conmigo, digamos que me ha
cuidado.
Además, he tenido varias, pues se me rompían los angelitos
(dicen que al frenar un mal de ojo).
No sé cómo explicarlo, pero sin duda, la fe que he tenido de
estar protegido, me ha dado más fuerza y seguridad, pues cuando tenía miedos,
ella nunca fallaba.
Ahora llevo 3 cruces: una que tiene su origen en la amistad,
otra que viene de la familia y la tercera, de una persona que está dispuesta a
cuidarme.
Pero ya no son amuletos, son un homenaje a todos ellos por
su importancia.
Gracias por estar ahí.
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