Señores, la Operación Puerto se acabó.
Las bolsas de sangre y demás pueden ser destruidas.
Hay condenados, pero no pisarán la cárcel.
Esto, una vez más, acrecienta el sentimiento de impunidad.
TODO VALE.
Y así vamos.
España pierde la opción de limpiar su imagen y de convertir la Operación
Puerto en un punto de inflexión.
No habrá tramposos destronados y los dopados (presuntos, claro) seguirán
laureados.
Lástima por los limpios, que sin poción mágica se quedarán a las puertas de
la gloria que sí merecen.
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